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Foto del escritorIglesia del Pacto México

Declaración de CIPE ante la situación social en Chile

Actualizado: 24 ene 2022



Confraternidad de Iglesias del Pacto Evangélico de América Latina

Declaración ante la situación social en Chile

“Bienaventurados los constructores de la paz, porque serán llamados hijos de Dios” Jesús en Mateo 5:9

La Confraternidad de Iglesias del Pacto Evangélico de América Latina (CIPE) se reunió, en su asamblea trienal, desde el 21 al 25 de octubre de 2019 en Quillón, Región de Ñuble, Chile. La reunión coincidió de lleno con las olas de protestas sociales que develaron profundos problemas de la estructura política, económica, social y religiosa chilena. Estas protestas llevaron al país a un estado de emergencia y a lamentables enfrentamientos violentos entre ciudadanos chilenos (carabineros, militares, gobierno, civiles).


Como ciudadanos de este país y visitas latinoamericanas y de otros países hemos visto con dolor los saqueos, destrozos, incendios y destrucción en el más amplio sentido de esta palabra. Hemos visto la manera en que familias han protestado con justa razón contra una estructura social chilena concebida sobre la base de la dominación, el abuso, la desigualdad y la inequidad. Hemos visto a un gobierno nacional y regional poco empático y a fuerzas de carabineros y del ejército sin la capacidad suficiente para contener de buena forma o ejerciendo violencia desmedida.


También hemos visto gente sin vergüenza o en desesperación, que aprovecha la situación para delinquir y causar daño innecesario. No queremos juzgar el actuar de nadie sino externar nuestro dolor compartido con toda la población. Como iglesias evangélicas del Pacto reconocemos también que tenemos un grado de responsabilidad en toda esta situación social. Aunque hemos abordado problemas sociales respecto de los que Jesús enseñó, no hemos estado a la altura del evangelio del Reino proclamado por él.


Peor aún, hemos dejado de condenar la corrupción política, económica, social y religiosa que Jesús sí condenó en la sociedad palestina del primer siglo y, lamentablemente, nos hemos quedado con posturas evangélicas totalitarias que sólo han resaltado asuntos matrimoniales o de género, a veces con fines poco transparentes e incluso para ganar privilegios o posiciones. Siendo así opinamos que el estallido social en Chile no provino de los mal llamados “temas valóricos”, que han ocupado la agenda evangélica, sino de la corrupción estructural presente en la sociedad.


Creemos, además, que Dios quiso que el énfasis de nuestra reunión fuese “PAZ y RECONCILIACION”. Para ser consistentes con este énfasis, hacemos un llamado a los creyentes de nuestra América Latina a realizar una honesta reflexión y autocrítica que nos permita centrarnos en el evangelio del Reino de Jesús y no en otros evangelios distorsionados y desencarnados de la realidad social, autorreferentes y que se presentan como dueños de la verdad. ¡Sólo Jesús puede decir que Él es el camino, la verdad y la vida!


Hacemos también un llamado a las iglesias vinculadas con esta confraternidad a tener primeramente una actitud de oración y humildad frente a las problemáticas sociales actuales para discernir la manera en que están siendo llamadas a ser la “sal y luz” en medio de la injusticia y la desigualdad.


En segundo lugar, llamamos a un involucramiento en el cumplimiento de nuestra responsabilidad en la reconstrucción de nuestros tejidos sociales; a convertirnos en comunidades de fe reconciliadoras y constructoras de la paz; a comprometernos con la búsqueda de la justicia social; a practicar la misericordia con las víctimas de la violencia estructural; y a caminar en fidelidad y humildad ante nuestro Dios. En tercer lugar, no podemos ser agentes de paz y reconciliación sin una reconciliación previa con Dios, con nosotros mismos, con nuestro prójimo y con la creación de Dios de una manera integral.


Finalmente, nos unimos a las palabras del profeta Isaías quien, alrededor de 760 años antes de Cristo, dijo “… y el efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre” (Isaías 32:17).


Por tanto, oramos y nos comprometemos con Dios por una sociedad más justa, compasiva y solidaria.

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